No se sabe lo que es una federación deportiva hasta que tienes la oportunidad de vivirlo. No hay más.
El “matrimonio” de intereses públicos y privados hace que la federación se mueva en dos terrenos diferentes defendiendo intereses comunes: el desarrollo del deporte. Si bien, eso es lo único que tienen en común.
Lo que, a simple vista, haría entender que la unión de fuerzas es positivo para el desarrollo de un bien común, como es el deporte, lo cierto es que viene cargada de riesgos y responsabilidades para las personas que están al frente de las federaciones: presidentes, juntas directivas u otros cargos de relevancia en estos entes deportivos. La gestión privada de fondos y/o subvenciones públicas junto con el ejercicio de potestades disciplinarias, entre otras potestades otorgadas, implica la exposición a multitud de riesgos, en su mayoría implícitos y totalmente desconocidos.
La mente discurre ante las Federaciones nacionales e internacionales, pero una vez más, estamos equivocados. A diferencia de las citadas, con importantes recursos y personal cualificado, las federaciones regionales, en muchas ocasiones, no disponen de los recursos básicos, así que de personal podemos hacernos una idea. Una misma persona asume todas las funciones, responsabilidades y riesgos sin saber qué es lo que tiene entre manos.
Como viene siendo habitual en los medios, cada vez es más noticia en el deporte el escándalo en las entidades que lo desarrollan que el deporte en sí. Evidentemente se hacen eco de las irregularidades en instituciones deportivas de gran relevancia nacional e internacional que aquellas que no representan del deporte rey. Ahora bien, si nos preguntasen cuál está libre de pecado, no lo duden: ninguna.
Y es que una federación deportiva se debe entender, al uso, como una entidad representativa cuyos directivos actúan y ejecutan como políticos. Ahí es donde radica el problema, en lo politizadas que están las Federaciones y los negocios privados de sus representantes. Por este motivo, una federación humilde está totalmente fuera, incluso, de las relaciones con el resto de federaciones de su mismo deporte.
Debemos de tener en cuenta que las federaciones deportivas son las que, en primera instancia, representan el deporte. Por este motivo deben ser las primeras interesadas en disponer de los códigos necesarios para que, su imagen, no se vea afectada por intervenciones de sus miembros o por los clubs que la integran. Garantes del deporte, deben ser garantes del buen hacer por y para el deporte que representan.
Algunas federaciones ya tienen en marcha políticas de buen gobierno y transparencia y es que, recordemos, que también les es de aplicación el artículo 31 bis del Código Penal, lo que acarrearía con penas también para las federaciones y entidades deportivas, no solo para sus representantes.
Las políticas de cumplimiento normativo y buen gobierno son el futuro, son la eximente de la pena o su reducción. Son las guías de comportamiento de un mundo cada vez menos deportivo y más politizado y, para que la confianza en el deporte y su imagen no se devalúen, debe de haber una mano que guie el buen comportamiento: los protocolos éticos, de transparencia y buen gobierno.
Susana Cámara Alesanco
D&C CONSULTING
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